
Elvira Pérez (Izq), Isabella Ávalos y Mary Pérez, tres generaciones de una misma familia, posan en la cafetería de la escuela OLPH, a la que han pertenecido durante los últimos 30 años. | Fotos Ben Torres
En 75 años de historia, OLPH ha cultivado un tesoro invaluable: sus ex alumnos.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS— Cada mañana cuando Mary Pérez deja a su hija Isabella en la escuela de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, (OLPH, en inglés) en Dallas, siente que el tiempo regresa y se ve a sí misma muy alegre, entrando al colegio del que se graduó junto a sus cuatro hermanos, hace cerca de 30 años.
A la misma escuela han ido sus sobrinas y su hija mayor, graduada hace dos años y actual estudiante de la preparatoria católica Bishop Lynch.
Y en la misma cafetería, donde sus hijas y sobrinas han almorzado múltiples veces, su mamá, la señora Elvira Pérez, se ha encargado de servir los alimentos durante los últimos 25 años.
“Siento mucho orgullo de que mis hijos y nietos hayan venido a esta escuela”, dijo Elvira, apodada ‘Chef Pérez’, por parte de la directora del plantel, María Claudia Searle.
“Mi nieta más pequeña tiene seis meses de edad, y ya espero el día en que pueda verla estudiando aquí; esta es mi casa”, agregó.
SOMOS UNA FAMILIA
El tiempo ha pasado, pero madre e hija aseguran que el ‘calor familiar’ en OLPH es el mismo de antes, así como el lazo que las vincula para seguir apoyando los esfuerzos de la escuela. “Siempre se preocuparon por nosotros. Nunca fuimos un número más, fuimos y somos familia”, comentó Mary Pérez graduada en negocios de Texas Woman’s University.
“Me da mucha alegría poder ser parte de la celebración de los 75 años de mi escuela”, agregó al hablar del aniversario que cumple el plantel este año. “Ojalá también sea testigo de su centenario”.
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