
Fotos cortesía
En total 30 mantas de lana fueron hechas este año por alumnos de la escuela de María Inmaculada. El proyecto ha beneficiado durante los últimos siete años a organizaciones locales de ayuda a la comunidad.
Con un simple acto de laboriosidad, estudiantes viven el llamado a aliviar la necesidad del prójimo.
REVISTA CATÓLICA DALLAS
FARMERS BRANCH— Pensando en lo feliz que alguien necesitado se sentiría si teniendo que pasar frío, encontrara el cálido abrigo de una manta de lana, Micaela Hamilton trabajó gustosa cortando, anudando y midiendo trozos de lana, pocas semanas antes de culminar el año escolar.
Al final de dos horas de trabajo en compañía de otros alumnos de séptimo y octavo grado en la escuela de María Inmaculada, los jóvenes entregaron 30 mantas de lana, cada una de 48 pulgadas de largo y que serán donadas a las organizaciones White Rose Women’s Center y Dallas CASA.
La primera guía a mujeres que atraviesan embarazos en crisis y la segunda aboga por los niños que han sido víctimas de abuso doméstico y se encuentran bajo la custodia del estado.
HACER UNA DIFERENCIA
“Cuando terminamos supe que alguien recibiría una manta y se sentiría caliente y feliz”, explicó Hamilton que es servidora de altar en su parroquia.
“Conecté con el mensaje del Evangelio porque hice lo que Jesús nos invita a hacer: servir y amar a los demás”, agregó.
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