Con profunda humildad y total entrega, sacerdotes diocesanos no descansan en llevar esperanza a los enfermos de la pandemia.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS — “Soy el padre Alfredo”, dice el capellán del Hospital Parkland cada vez que visita un paciente internado en la unidad de Covid19. A pesar de llevar encima dos tipos de guantes especiales, cobertura de cabeza, cubre bocas K-95 y protector plástico de rostro, el sacerdote puede reconocer el alivio que su voz y su presencia brindan a esa persona enferma.
“Puedo ver de inmediato en sus ojos ese regocijo, esa esperanza de fe y esa paz que solo Dios da”, relató el padre Alfred Asunción, que ha servido en la Diócesis de Dallas durante cinco años, dos de los cuales ha sido el Capellán Católico del Hospital Parkland, donde el 87 por ciento de los pacientes son de origen hispano.
SED DE DIOS
“Aunque muchos no pueden hablar, yo hablo con ellos, les doy aliento y esperanza”, narró el sacerdote originario de Cadiz, Filipinas y ordenado en ese país en 2013.
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