
En Estados Unidos, la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe es hoy una muestra de devoción y piedad de la comunidad católica hispana en general.
Por: P. Marco Rangel
Especial para Revista Católica Dallas
Una de las celebraciones más importantes en el mes de diciembre para todos los hispanos es la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre.
En México cada año miles de personas acuden en masa a las iglesias para llevar flores, oraciones y cánticos a la Virgen Morena.
En los Estados Unidos, esta fiesta mexicana se ha extendido a la comunidad hispana en general, tanto que muchos otros católicos hispanos han aprendido de esta devoción y desarrollado amor por Nuestra Señora.
Lo que es particularmente inusual es que en los Estados Unidos, el 12 de diciembre no es un día sagrado de obligación que normalmente supone que los católicos vayan a Misa.
Sin embargo, las multitudes que van a la Iglesia ese día superan con creces a las que llegan el 8 de diciembre, cuando la Iglesia celebra la Inmaculada Concepción de María—patrona de Estados Unidos—, día de obligación.
La piedad hacia Nuestra Señora de Guadalupe es tan esencial para los católicos hispanos, en especial los mexicanos, que se habla de que es casi parte de nuestro DNA.
Entre las numerosas apariciones documentadas por la historia, es singularmente especial que el Cerro del Tepeyac en la Ciudad de México, sea el único lugar donde la Virgen Morena ha dejado una huella física.
Esta imagen de Guadalupe en la tilma o manto que lució el ahora proclamado santo, Juan Diego, a quien se apareció, se conserva en Ciudad de México desde el 12 de diciembre de 1531 y permanece igual de vibrante y notable hasta hoy.
Innumerables milagros rodean la aparición y todo lo que vino después, pero el amor y la devoción por Nuestra Señora de Guadalupe, comienzan con el simple hecho de que ella vino a estar con nosotros, se parece a uno de nosotros y se le apareció a uno de nosotros.
La Señora de piel morena que le dijo a San Juan Diego: ‘¿No estoy yo aquí que soy tu madre?’, es lo que hace que muchos mexicanos e hispanos en general vuelvan a verla el 12 de diciembre, aunque en la práctica se hayan relajado durante el resto del año.
Este año, debido a la pandemia causada por el coronavirus, es probable que haya restricciones de salud y seguridad que modifiquen la celebración en todos los rincones del país.
Es muy probable que muchas de las celebraciones del 12 de diciembre sean transmitidas en vivo a través de la Internet y que se les pida a los fieles que traigan sus flores durante el día, pero que no se junten en multitudes.
Sin embargo, la pandemia no impedirá que demostremos nuestro amor y devoción a nuestra madre celestial, especialmente cuando le pedimos firmemente que interceda por nuestro bienestar y protección.
Cualquiera que sea la modalidad de celebración este 12 de diciembre, una cosa es verdadera: el amor que como hispanos tenemos por Ella y el espíritu de devoción que nos une como hermanos en oración por su intercesión, su amparo y su eterna protección.
El Padre Marco Rangel es el párroco de la Iglesia de San Marcos El Evangelista en Plano.