
Con creatividad y humor, el padre Luis Prado fortalece la espiritualidad cotidiana de las familias hispanas.
Por Violeta Rocha
Especial para Revista Católica Dallas
DALLAS— La bienvenida que le esperaba en Dallas al padre Luis Prado cuando llegó a medidados de la primavera, todavía sigue en veremos. No obstante, hoy todos en la Comunidad Católica de San Bernardo de Claraval conocen bastante bien al nuevo vicario, el octavo hijo de una familia de 15 hermanos, donde hay tres sacerdotes más y dos religiosas misioneras.
“Las familias numerosas siempre son bendecidas por Dios”, dijo el párroco Gaston Giacinti, reflexionando sobre la resonancia que el ejemplo de los hermanos Prado tiene para las familias de hoy.
Desde hace una década la Comunidad Católica de San Bernardo ha estado bajo la guía de los sacerdotes del IVE; el verano pasado se unieron a la escuela parroquial dos religiosas de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, que son parte de la familia del IVE.
Los tres hermanos y las dos hermanas del padre Prado pertenecen al IVE y todos sirven como misioneros en España, Ecuador y Papua Nueva Guinea.
“Cuando los padres son generosos con Dios”, continuó el padre Gaston, “Dios es generoso con ellos”. “Hay un dicho que nunca falla y que dice: ‘Dios nunca se deja ganar en generosidad’; así, los jóvenes siempre deben decir si a Dios, sea cuál sea la posición que Dios les ponga”, enfatizó.
TIERNA VOCACIÓN
Al padre Luis, Dios lo puso en su camino de vocación desde la tierna de edad de 10 años.
La familia residía en San Rafael, en la provincia de Mendoza que está al este de la cordillera de los Andes. Allí había llevado Ricardo Prado a sus 15 hijos buscando para ellos una mejor educación espiritual en las escuelas del IVE.
“Dios me lo pidió a mí y yo respondí por seguir a Jesucristo”, dijo el padre Luis sobre su llamado al sacerdocio.
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